#Desarrollos #Avances Los padrinos del ecosistema “startup”

Fueron emprendedores, hoy están consolidados y ahora invierten en nuevos desarrollos de base tecnológica. Buscan rentabilidad, pero les atrae el vértigo de empezar de nuevo.

(Por Diego Dávila para «La Voz del Interior») Son pocos y medidos en su apuesta. Sin embargo, constituyen el germen de un fenómeno consolidado en el mundo que recién arranca en Córdoba: los empresarios que alguna vez fueron emprendedores y hoy invierten a riesgo en proyectos innovadores.

Las inversiones apuntan a startups, emprendimientos de base tecnológica con potencial de crecimiento. No sólo aportan dinero; también asesoramiento, contactos y en algunos casos hasta se involucran en la gestión.

¿Qué© buscan? Innovaciones para el core (corazón) de sus negocios y diversificar sus propias carteras de inversiones. Pero también les despierta el espíritu emprendedor e incluso hay quienes lo piensan como la oportunidad de devolver la ayuda que, en su momento, recibieron de otros.

Días atrás, se lanzó en Córdoba la aplicación Ualabee, pensada como una red de comunidad sobre el transporte público de pasajeros. El proyecto, encabezado por Joaquín Di Mario, captó una inversión de 100 mil dólares (4,6 millones de pesos), en la que confluyeron fondos de programas oficiales para emprendedores y aportes de inversores que actúan a título personal, como Luciano Ní­cora, ex-CEO de V/N Global; Mario Postay, exsocio de Brandigital; Juan Carlos Rabbat, presidente de la Fundación Universidad Siglo 21 y Daniel Gándara, responsable del centro de software en Córdoba de Mercado Libre.

Esto empezó a inicios de la década actual, con los primeros fondos de inversión como Alaya Capital Partners, impulsado en 2012 por Luis Bermejo junto con un grupo de empresarios locales, entre ellos Mario Barra, de la tecnológica Vates, y Oscar Guardianelli, exejecutivo de Arcor.

Ese mismo año se sumó Incutex, la aceleradora (toma startups y las asesora e invierte para que crezcan) impulsada por Juan Santiago y Walter Abrigo, socios de la tecnológica Santex.

Luego surgieron la Agencia Córdoba Innovar y Emprender; asomó Innova, de Daniel Parodi, titular de Ciudad Empresaria; y Cygnus Angel Club, el primer fondo de inversores Ángeles impulsado en Córdoba por Horacio Cáceres, de Grupo Shopping y del Capítulo Córdoba de Singularity University.

La mayoría invierte en startups por su curva de crecimiento. El software genera por año entre 25 mil y 50 mil dólares por puesto de trabajo, aunque requiere pensar en un producto capaz de crecer desde ese nivel a escala mundial.

Por eso son inversiones de riesgo y no todos los emprendedores son como los fundadores de Globant, Mercado Libre, Despegar.com, OLX y Auth0, cuyas empresas hoy superan los mil millones de dólares de valuación bursátil. Una regla que parece repetirse en este ámbito es que si un fondo apuesta a 10 startups, debe lograr que al menos una duplique el capital colocado, porque otras cinco se mantendrán, pero no justificarán la inversión, y las cuatro no sobrevivirán.

Rentabilidad y atracción

«Uno, que ha sido emprendedor y que ahora consolidó su proyecto, no se olvida de los orígenes, entonces tiene que volver a apoyar a otros emprendedores», dice Luciano Nícora, principal referente en Córdoba de Fundación Endeavor e inversor en proyectos tecnológicos, entre ellos, una iniciativa biotecnológica que está en desarrollo en Rí­o Cuarto.

En general, el inversor o el fondo donde participa toma una participación accionaria en el emprendimiento, del cual en algún momento sale vendiendo las acciones y así capitaliza el crecimiento.

Para Mario Barra, la idea es devolver a la comunidad emprendedora la ayuda que recibieron cuando ellos iniciaron. Pero la clave es hacer de esto una inversión rentable. Hoy tiene un segundo fondo de 20 millones de dólares junto con la Corporación de Fomento de Chile y otros 50 inversores, que invierte en 19 startups de la región.

«En el Silicon Valley (el parque tecnológico de Estados Unidos) esto genera un cí­rculo virtuoso en todo el emprendedorismo. Acá recién empezamos y el gran desafí­o es hacerlo rentable», explica.

Juan Santiago, en tanto, divide en dos sus apuestas. «Si invierto mi capital, busco proyectos disruptivos con impacto económico, social y ambiental, algo con lo que me sienta bien, aún cuando no tenga el mejor retorno; en cambio, nuestro fondo de inversión busca asegurar una rentabilidad promedio de ocho a 10 por ciento anual en dólares», señala.

Su segundo fondo, por dos millones de dólares, invierte en tres a cuatro startups por año de rubros como banca digital, inteligencia artificial para la educación y robótica. La mayorí­a de sus miembros son los mismos del primer fondo.

Uno de ellos es la Universidad Siglo 21, que canaliza en Incutex a los emprendedores de sus carreras y que invierte en startups como Capabilia, que le da soporte a sus carreras virtuales, y Fligoo, que le aporta software y desarrollos en inteligencia artificial sin perder los derechos intelectuales.

«Así­ se suman innovaciones que no pueden desarrollarse dentro de la universidad y que fortalecen su oferta. Por ejemplo, con Capabilia, vendemos cursos al Fútbol Club Barcelona y a 110 países», cuenta Rabbat.

Para otros, es una apuesta personal, como el caso de Mario Postay. «En este momento, integro un proyecto para procesar plásticos que se presentará en poco tiempo más, uno que apunta a particulares y otro a empresas. En este proyecto me pongo en el traje de emprendedor y salgo a buscar capital semilla, porque me interesa»

FUENTE «LA VOZ DEL INTERIOR».

Redacción
Redacción
Periodista / Asesor de Prensa & Difusión / Director Periodístico Tecno & Medios.

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